Aunque cada vez queda menos gente en los pueblos, su historia permanece en la memoria. Por suerte, todavía se mantienen las tradiciones en los pueblos despoblados, reminiscencias de un pasado que lucha por no desaparecer.
Me comentan que siempre pongo noticias sobre citas religiosas. Pero es que igual eso es la gran novedad, lo distinto. Es raro ya que haya algo tradicional y que una al pueblo.
Mi mujer me preguntó hace poco que por qué se iba a misa, me quede petrificado con la pregunta. No supe qué responder en ese momento, y me quede en blanco. Simplemente dije lacónicamente "No lo sé, porqué sí".
Es difícil explicar motivo alguno, quizás sea algo espiritual, o por hacer un ejercicio de repetir lo que nuestros antepasados hacían. Quizás esto nos hace pensar que haciendo eso podamos recuperar a los ausentes que se fueron y nunca más volverán. O puede ser un motivo para celebrar con la gente con la que llevan bastante tiempo sin verse; o simplemente por mantener las tradiciones.
Son muchos los que me dicen que a pesar de que no creen en la religión, agnósticos o ateos, sí que son firmes en mantener esas tradiciones, que es lo único que casi nos une en esta desaparición lenta e inexorable.
Cuando la gente sale de la iglesia, sale sosegada, reconfortada, alegre y contenta. No es algo ya mitológico sino mágico, que con el lastre del tiempo y la soledad en los pueblos, se sigue conservando casi con inercia la tradición que antaño unía, al menos durante un tiempo, a personas que con el trasiego del trabajo en el campo y la vida no se veían durante días.
Siempre que podamos proseguiremos con ese espíritu de preservar esas costumbres. Y eso será lo difícil, el poder hacerlo. El día que no se intente perpetuar la tradición, no será porque no se quiera (siempre hay gansas de ir al pueblo). Será porque no se pueda, y ahí vendrá lo duro.
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