domingo, 16 de octubre de 2022

La población de un pueblo desciende un 66% en unos días

En todos los pueblos existen algunas personas que son eternas.

Son aquellas que pasan casi desapercibidas, pero son las que mantienen y acicalan el pueblo.

Época que vayas, siempre los encuentras ahí. Trabajadores incansables que son permamentes en el pueblo.

Luchadores contra la adversidad y contra lo más duro, la soledad y el olvido. Y ahí siguen. Eternos cuidadores, no solamente de casas, calles, iglesia... si no de todo el entorno.

Esther era uno de ellos. Infatigable y con más valor y coraje que un regimiento de infantería.

Era la cuidadora del pueblo de Miñana. Con su fuerza, tesón e inteligencia movía montañas; y con la fuerza bruta (dicho cariñosamente) de su hermano Doroteo, movía mundos.

Las calles recogidas, el lavadero como una patena... todo en orden. Lo complicado, lo convertía en fácil, tan sencillo que parecía divino que Miñana se mantuviera.

Hay que recordar que seguía haciendo las recetas de los ancestros de Miñana, como eran las rosquillas, limonada... entre otras recetas. También hacía las cabañuelas, y los últimos años recopilaba los cánticos antiguos religiosos.

Poco antes que Esther, también falleció José, más conocido por "el pequeño". Aunque su estatura era inferior a la media,  su corazón y humildad eran inmensos. Nos demostró la autosuficiencia en estos tiempos en los que somos dependientes de todo.

De los tres censados en Miñana, en apenas unos meses fallecieron dos; por lo que las dos terceras partes del pueblo murieron, o dicho de otra manera descendió la población un 66%. Cifras que ya ocurren en otros pueblos, y que hace tiempo dejaron de ser noticia y son simples números para los políticos.

Hay un proverbio africano que dice que cuando muere un anciano,  una biblioteca arde.

Es díficil sustituir a semejantes instituciones personificadas del pueblo de Miñana, pero nos queda su ejemplo y sus enseñanzas.

Esther no temía a nada y bromeaba de todo. Cuando iba a pedirle las llaves de los cementerios, siempre me decía que dejará de molestar a los muertos. No te preocupes, a ti no te molestaré, es lo que tiene ser el ángel custodio del pueblo para siempre.




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