Antiguamente en Castilla, cuando los pastos eran excasos en el otoño, los pastores tenían que ir a regiones más cálidas y pastos abundantes, hasta la llegada de la primavera cuando volvían a casa. Era la llamada trashumancia, que se remonta a la época romana.
Normalmente iban hacia la Extremadura, tal como dice la canción.
Aunque hoy no es que se vayan, simplemente lo dejan.
El trabajo es duro, ya que las ovejas tienen la maldita costumbre de comer todos los días; el clima suele ser duro: frío extremo en invierno, y calor en verano; y las vacaciones no existen. Todos los días es una rutina completa, muchas horas al aire libre con sus ventajas e inconvenientes, interminables horas para el paupérrimo beneficio.
Mucho sacrificio, pero sin duda alguna la mejor oficina del mundo, la propia naturaleza. La conexión del pastor y el campo es una simbiosis maravillosa.
Este año Carlos y José han decidido dejar las ovejas para siempre. Solamente queda en Almazul una familia con este antiguo oficio.
Ya se van los pastores
a la Extremadura,ya se van los pastoresa la Extremaduraya se queda la sierratriste y oscura,ya se queda la sierratriste y oscura.Ya se van los pastores
hacia la majada,ya se queda la sierratriste y callada.Ya se van los pastores,ya se van marchandomás de cuatro zagalasquedan llorando.
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