En apenas una semana cambiaremos de estación y nos adentraremos al otoño.
El verano ha transcurrido con relativa normalidad, marcada por el COVID y las NO fiestas.
Sin embargo, ha pasado el mes de agosto tranquilo y placentero.
No ha habido ningún caso de coronavirus y, algo muy importante, ningún habitante fijo de Almazul ha sufrido percance alguno. Y apenas 10 casos conocidos de los hijos y veraneantes de Almazul cuya evolución ha sido razonablemente buena.
Aunque no ha habido fiestas, sí que hubo oficio de misa durante los días 15 al 18 de agosto. Todos los feligreses con mascarilla y distancia social en una iglesia cada vez más vacía y una edad media más alta.
Debido a que el cura José Antonio está esos días desbordado, acudió el fraile marianista José María Borobio Carrera de Abión a sustituirle. Un hombre, también muy querido en Almazul.
Aunque el día de la Natividad, el 8 de septiembre, la fiesta antigua de la ex-patrona de Almazul no pudo realizarse,,sí que hubo misa el domingo día 6.
Acudieron bastantes personas a pasar unos días a sendos pueblos del municipio.
Incluso se realizaron cenas y comidas entre amigos, siempre sin superar el aforo máximo de 10 comensales y provistos de mascarillas, excepto para los efímeros momentos de engullir y beber.
Los columpios después de estar un año solitarios, se llenaron de críos y algarabía.
Los hortelanos tuvieron más trabajo que otros años ya que debido a la pertinaz sequía tenían que regar con más frecuencia que otros años.
A la gente le sigue gustando pasear por la carretera y caminos de los pueblos.
El panadero Gascón cambió de dos días a la semana que acudía a Almazul a tres, debido a la afluencia en los pueblos, siendo lunes, miércoles y viernes. Aunque la realidad distaba mucho de la teoría, e iba cuando podía.
Muchos tenderos se acercaban a Almazul, dos meloneros venían los viernes fijo, y esporádicamente otros meloneros y fruteros.
Un día vino un melonero con sandías, fui a comprar una única sandía, pero el melonero-sandinero, no me la quiso vender, me ponía como condición que le comprará 3 melones y me regalaba la sandía.
Así que no tuve más remedio que comprar los 3 melones para conseguir la sandía.
Excelente estrategia de marketing que tenía el melonero, digna de estudio e investigación para el campo de la Economía, Publicidad y Marketing en la Universidad de Oxford, para una que vez que encuentren la vacuna para el COVID, por supuesto.
(Ah, la sandía tuve que tirarla de lo mala que era). Insisto, buena estrategia de marketing.
También venía un melocotonero de Villarroya de la Sierra, traía melocotones (muy dulces) tocados por el pedrisco. Sin embargo el precio era muy barato.
Los girasoles han crecido sin tormenta alguna de verano, por lo que se están secando antes de la cuenta. Muchos han sido los que se han hecho fotos con ellos.
Al estar el centro Social cerrado, la gente cogía los refrescos y cervezas de sus casas y las sacaban a la calle a tomarlas con los amigos.
Los deportistas aprovecharon para ir a la pista del polideportivo a jugar, al frontón y bicicleta.
Con la bicicleta y con Miguel detrás (más que un hijoes un apéndice mío, no se separa ni con agua hirviendo) íbamos a visitar los pueblos cercanos y a saludar a sus paisanos. Una media de 20 km al día nos hacíamos, había trampa, era eléctrico en las cuestas, pero es que Miguel es un pesado, en las dos acepciones.
Esperamos y deseamos que el próximo año nos podamos ver, aunque también es motivo de alegría este año, que por lo menos seguimos vivos para seguir disfrutando del pueblo.